martes, 1 de diciembre de 2009

SIGFREDO ARIEL: (Santa Clara, 1962)

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Poeta, narrador, ensayista, dibujante, guionista de radio, cine y televisión, productor musical. Desde hace veinte años trabaja en la radio y la televisión cubanas, escribiendo y dirigiendo programas culturales. Ha publicado lo libros Algunos pocos conocidos (Ediciones Unión, 1987), El enorme verano (Editoria Abril, 1995), El cielo imaginario (Ediciones Vigía, Matanzas, 1996), Las primeras itálicas (Miguel Gómez Editores, Málaga, España, 1997), Hotel Central (Ediciones Unión, 1998), Los peces y La vida tropical (Editorial Letras Cubanas, 2000), Manos de obra (Editorial Letras Cubanas, 2002), Born in Santa Clara (Ediciones Unión, 2006 y 2007) y Cielo imaginario (2008). Reside en La Habana.
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DURMIENDO DEMASIADO
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VA a pasar la mañana y no la vas a ver,
los turcos, los romanos y no los vas a ver.
Va a pasar la hora del almuerzo
y la conversación
y alguien
que te viene buscando desde los cardinales
sin tu nombre ni más señas
que su intuición y tus ojos.
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Van a pasar las horas nonas,
el agua que no recogerás.
Y pasará la media tarde, los olores a limpio, dirás:
esto has vivido hablando en español
esto has vivido
contando con las enfermedades, la noche
y el verano.
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POR SIMPATÍA Y OTRAS BUENAS RAZONES
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Ahora qué importa el animal que entra
renqueando al cazadero.
Nadie va a pescar la presa para el león
quién va a poner su carne en la cuaresma de la fiera.
Solamente se veía la esmeralda, la semilla de la córnea
/quién va a comer con la pantera, va a estirarle las sábanas
a la hora del recogimiento.
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Los viejos reyes semidioses iban por turno a orinar
a los jardines / se acercan unas formas, no se ven
dan vueltas en redondo, casi en la orilla
se levantan, se sacuden los pies.
Sospecho quiénes son, a qué vienen
sospecho del imán que llevan en la mano.
Están a punto de volverse atrás
cayéndose en la arena como la ropa al cómico
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Quién dijo simpatía entre los encapuchados;
optometristas, bufos, qué veloces son.
Di quiénes eran, se dejaban sonsacar, curadores de sarna
bailarines.
Sujeta bien este cordel, lo han puesto
para los ojos, para el pie que se equivoca buscando aquel sonido.
Meten palos de ciego, sujeta este cordel
enséñame tus manos.
Donde terminas la calle tendremos una hoguera
allí se pueden esperar los años nuevos
allí se puede recordarlo todo.
Los demonios entonces han salido
el corazón no siente.
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LOS ABEDULES
(de Wajda)
Termino de afeitarme, tiemblo un poco
si supieras orar, esta noche hay muchos invitados
tengo un ojo de agua borboteando / el yeso
va ganando mi corazón
mi mujer sonreía desnudándose, era la primavera.
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Dónde enviar las flores secas
las canciones que escribió mi hermano estúpido
en una sola noche sobre un piano alquilado.
Traigan agua y aceite para untar los brazos
el pecho que sobraba en las camisas de hilo
donde crecieron raíces buscando la humedad.
Traigan aceite antes que caiga la sombra
la demasiada sombra en su costado.
Ya va mi sombra tambaleándose a preguntar
contra la luz rojiza
hace un año caminaba por el borde
algunas noches lograba adormecerme como un niño desnudo
en sus ijares reposé, me trababa en sus ancas
allá en la primavera fue mi suerte
sobre este mundo
frecuentar un sitio que no pude amar menos.
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Llagado por los bichos, con el costado abierto
hospitalario
árbol poderoso en su descendimiento / limpio
vuelto yerba y gusano
mi mujer
es tan hermosa que ya no se parece a nada.
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Quién me oiga, quizás nadie me oiga
está mi sombra movida en la pared / y yo encajado
en la nuez, ahora recuerdo
un campo de maíz que amarilleaba
en cuclillas nos miramos a los ojos
quizás nadie me oiga
ni el leopardo.
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LA LUZ, BRÓDER, LA LUZ
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Mirar caer la nieve en la oficina del registro
cuando uno es la señal con el pañuelo, un sauce
que huele a mar del trópico, un animal aislado.
Pudiera caer ahora mismo la nieve sobre los edificios
en copos graves
y pudiera morirme si me viera en una cerrazón
que tumba la cabeza
hasta las manos de los padres
que esperan sentados en un parque
y que no saben nada.
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Un hombre quitaría con una vieja pala esta ceniza.
Vagamente regresa a aquel lugar
donde llovía detrás de la cabeza
cuando tuvo otro nombre y una cicatriz en la barbilla
y era hipócrita y humano
como un pobre diablo.
Bebía en los circos de ocasión
y tenía el bolsillo repleto de llaves inservibles
y un temor absoluto de la soledad.
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Seré yo mismo acaso si fuera tenedor de libros
o fuera neerlandés y conociera la magia
y si en el extremo de mi vida la nostalgia
me pasmara las manos sobre el hielo.
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Job pudo reposar sin violentarse
sobre este caracol marino
y las sabanas pudieron estar llenas de alfalfas
o de termas brillantes o de casas de troncos.
Quiénes seríamos entonces / calle abajo
acaso compraríamos el periódico de la mañana
cayéndonos del sueño
y las mandarinas y el pan dulce.
Estos años románticos los querrán los hijos de los hijos
y buscarán la letra en el registro, nuestros discos
los papeles sucios.
Voy a morir sin ver la nieve
qué hubiéramos adelantado bajo la nieve harinosa
esa pequeña aventura en nuestra luz:
el paso de un astro, la carrera de una estrella.
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Estos días van a ser imaginados
por los dioses y los adolescentes que pedirán estos días
para ellos.
Y se borrarán los nombres y las fechas
y nuestros desatinos
y quedará la luz, bróder, la luz
y no otra cosa.
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EL ENORME VERANO
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ESTA isla sucede en otra isla.
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En sus linderos vendrán a sucederse
como han sido, tal como han sido dormidas
nuestras formas. Tu mano las aisla
para reconocerse
entre músicas perdidas,
esos puentes que vemos
a veces entreabiertos y una torre
de arena, la ilusión del país que hemos
entrevisto. Nos han acostumbrado
a las encrucijadas y a dejar para luego
la fatiga. Has dibujado
un camino sobre el día que corre
y contigo traspasarlo será un juego.
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En la yema del pié sucederá
las descripción de un pájaro. Fuera
de todas las palabras será
vista en tus ojos la isla verdadera.
Y en medio de una nube tinta,
una nube de azogue, veremos cómo sube
del mar la cinta
de anudarnos: aliento que sostuve
para ti cuando el torrente
-no de luz, sino de sombra- inclina
la mirada hacia otra tierra. Un ser
de nada hacia otra boca que puedo ver,
quien imagina
sobre tu mano mi mano transparente.
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ERA DURO EL INVIERNO
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FANTASMA de Julián del Casal,
no te parece que hoy es demasiado tarde.
Mientras se acostaban juntos
en Bélgica, en su cuarto
y eran novios tormentosos
Verlaine el joven y Rimbaud
el niño
tú escribiste, sudoroso, cegato
sacrificio es obtener ventaja sobre Dios.
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Cifrada está la lengua desde entonces.
La Habana era La Habana
no Cantón ilusivo, los primeros tumbos
del amanecer
siguen llegando al cuerpo
y el cuerpo está nadando en paredes de tiza
sin molestar a nadie
sin tocar a nadie.
Sostuviste
una conversación a media lengua
-siempre a la mitad- los desvahídos
rostros que miraban a dónde
con recelo,
los labios que miraste
con temor: quizás no sepa nunca
quien me ama.
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Ciertas visiones te asustaron
a la puerta de tu cuarto
en Mercaderes
donde por cierto estuve a punto
de vivir
y festejar los novecientos siglos
de tu muerte súbita
o la muerte que tengo adormecida
en la calle de Zanja
frente a dos o tres chinos
con los ojos perdidos
y la cabeza ida.
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No te parece que hoy es demasiado tarde.
Cuando se preparaban las citasen el Prado
y los hombres se miraban
como los relámpagos
dormías
disfrazado y remoto
dejándote adular
bajo el cielo de Cuba.
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Ahora estás entre la luz
y en Guane o Artemisa
volando como un vaho, como un cero
a la izquierda
en la vida de los vivos
y los muertos.
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Fantasma de Julián del Casal
no me dejes este frío a mí.
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CISNES, HORRORES
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ME sentaría en las tardes con quien
amara entonces sobre un banco de cemento.
Cuarenta años de dormir en los hoteles,
en cruentas estaciones
yendo los domingos a la montaña rusa
como si nada hubiera sucedido antes.
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Me doblaría tranquilo en los últimos libros
que mi amor repasaría, cabeceando
con los ojos perdidos.
Escaparía de los cines en medio
de las películas descomunales, mi amor
se miraría en el espejo de los carros
a los cuarenta años
se iría a lavar para acostarse
entre los mismos cisnes, en la misma
densa oscuridad.
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LA VIDA TROPICAL
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AHORA que el país se estira ligero a dormitar
sobre gajos de vainilla y los días
-los días de la vida- muy veloces
transcurren a lo lejos por un cauce de agua
tú has venido.
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Mi pie dejó el paisaje cuando el cielo
se encajó sobre gentes que remaban
para echar hacia Occidente
sus barcas esforzadas
y era en vano.
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Caíste brevemente en la extensión de berros
cuando el musgo
comenzaba a aparecer sobre el hueso olvidado
los heridos clamaban morir aún
el general examinaba con toda aplicación
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