viernes, 27 de noviembre de 2009

ANTONIO JOSÉ PONTE: (Matanzas, 1964)

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Poeta, narrador y ensayista. Graduado como Ingeniero Hidráulico por la Universidad de La Habana, ha trabajado ejerciendo su profesión, y como guionista de cine y profesor de literatura. Es uno de los más prestigiosos ensayistas cubanos. Expulsado en 2003 de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, por sus ideas contrarias al régimen castrista, vive en La Habana. Publica regularmente en las revistas La Habana Elegante , Cuadernos Hispanoamericanos o Letras Libres. Reside en Madrid desde 2007. Es co-director de la revista Encuentro de la Cultura Cubana.
Ha publicado los libros de cuentos In the cold of the Malecon & other stories (City Lights Books, 2000) y Cuentos de todas partes del imperio (Éditions Deleatur, 2000), este último traducido al inglés como Tales from the Cuban Empire (City Lights Books , 2002), y Un arte de hacer ruinas y otros cuentos (Colección Aula Atlántica, Fondo de Cultura Económica, México D.F., 2005); y la novela Contrabando de sombras (Mondadori, Barcelona, 2002).
Entre sus ensayos destacan Las comidas profundas (Éditions Deleatur, 1997) traducido al francés como Les Nourritures lointanes (Éditions Deleatur, 2000), Un seguidor de Montaigne mira La Habana / Las comidas profundas (Verbum, 2001) y El libro perdido de los origenistas (Aldus, México, 2002). Su ensayo más significativo es el titulado El abrigo de aire , escrito contra las manipulaciones de José Martí por parte del poder político revolucionario cubano.
Ha publicado los libros de poesía: Trece poemas (1988), y Poesía 1982-1989 (1991) textos que ha recogido bajo el título Asiento en las ruinas (Letras Cubanas, 1997).
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EN DICIEMBRE, VIENDO VOLAR LOS FUEGOS DE ARTIFICIO
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En diciembre, viendo volar los fuegos de artificio
pienso en el tiempo.
Un año no comienza en esta noche
hecha para algunos se abracen y rían,
sino en la calma mañana de mi cumpleaños.
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Esta noche tan clara para los augurios
no cambiará mi suerte.
Puedo olvidarme de tocar madera,
hasta volcar la sal podría,
no cambiará mi suerte para nada.
¿Qué nos hace creer que en diciembre
termina una suerte y empieza otra?
¿Y para qué brindamos
deseándonos nuevos destinos?
Amarga es la madera de mi ventana
y pongo allí la frente.
Quiero que pase el tiempo como en las películas.
Ya dije amor y me he quedado solo,
he dicho tiempo
seguro de que todo lo arrastraba.
Voy a seguir contando las cosas que no fueron,
lo que se echó a perder por algunas palabras,
el dolor que nos dejan las despedidas.
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JUEGOS CON EL TORO
a Rolando Sánches Mejías
Es la luz quien flamea entre los jóvenes,
convida a hacerse inapresable
y cada cual detenido;
uno que lo sostiene por los cuernos,
el que atraviesa veloz sobre grafito
aquel que gusta medirlo con sus brazos.
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No caigo sobre bestia
sino atiendo al momento en que salpica en todas partes.
Mi cuerpo da en el agua afinando la caída,
interrumpe esta hora en que algo nos aquieta:
algún enfermo, las aspas del ventilador, un insecto sostenido.
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Para los que no sientan girar de tronco a tronco
hasta un paso salvaje
no es el miedo de la luz en las ramas.
No son sus patas las del surco en la arena
ni el lomo la colina de las cabriolas.
Estas músicas topándose
no son la pared y la cabeza condenada.
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DISCURSOS DEL DIA DEL JUICIO
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Yo, un oscuro cartero pedaleando, siento que así sucede.
Hoy día del Juicio se va a acabar el tiempo.
Pedaleo por las ciudades, salgo al campo,
entro en los pueblos de una sola calle
y estos seres que dejan
sus sopas para abrirme las puertas
ponen la misma cara en todas partes.
Los que se salvan, los que se hunden
tienen el mismo rostro de adiós a todo esto.
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Estábamos tan bien, dicen, con esta sopa
de lunes martes miércoles y viernes,
tan bien con nuestros perros orinando en el piso,
con el trabajo que abandonaríamos la próxima semana
que nos apena recibir esta noticia.
Así que éste es el Día Final aparentemente como los otros
un día lluvioso en uno de los meses de lluvia que trae el año.
En adelante no habrán días de invierno
ni tardes de verano
ni noche oscura bajo las estrellas.
Un año más y seríamos dioses.
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Había de ser domingo y que lloviese.
Todos los ángeles nos ven salir con nuestras capas,
se mueven en sus sillas, sonríen:
Pobres los hombres tratando de acabar limpios de fango
secos de lluvia,
alcanzando a un cartero para decirle que se ha equivocado:
no son culpables, no son santos.
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Hoy es un día en una estación en que abundan las lluvias,
se enfría la sopa,
los perros pelean con los gatos,
mañana tiene que ser un día más.
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CON UBALDO EN CASA DE IVAN
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Vuelven mis amigos. También regreso adonde he faltado nueve
........./años. Es el halcón al aire, la flota de plata hundiéndose
........./en el agua de la bahía, creando esa luz como no habremos
........./visto otra.
Con el mismo paisaje –árboles, campanarios, rostros- vuelven
........./de Rusia o de la siesta.
Y llegó desde la poesía porque no me creen otro lugar. Memoria
........./de la provincia de la memoria.
La poesía es el halcón al aire, la flota de plata que se hunde:
........./cetrería y naufragio.
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Tomando el té a la rusa, nuestros rostros del entresueño atienden
........./a la ventana, crean esa luz como no habremos visto otra.
Si pregunto para qué estamos vivos esta tarde me arropan como
........./a quien ha escapado de la guerra, me arroparán hasta
........./la noche en que la delación me alcance.
El sol sobre la carretera entre los árboles. Uno promete que nos
........./alcanzará en su bicicleta pero ha pasado el tiempo: ningún
........./adolescente cruzará diciéndonos adiós perdiéndose en
........./las calles.
La casa se convierte en una mancha pequeña tras los árboles.
........./La poesía puede ser una provincia atroz.
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GLOSA A LUIS DE GONGORA
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Pisando la dudosa luz del día
el orín que atraviesa los resquicios
abro la puerta al polvo
al brillo recocido que me espera.
Aventurarme a otra ciudad no muy distinta
a tanta boda tanto enlace de cosas
que no comprenderé sino muy lentamente
y este dolor de quien tira de la bestia
pero a la vez del animal de feria
de la lengua apurando el azúcar
este dolor tan claro
de no poder estar en todos los amores.
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CON LA MISMA CERTEZA
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Mis dedos entre las pocas frutas palpando la tetilla en que terminan
reconociendo al animal bajo la mesa
que soporta mi mano sobre el cráneo
que no adivina cuánto deseo sus entrañas.
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Si a mí me hubieran hecho de aquel signo que sólo es bueno para los de mi sangre
no estaría entre frutas y entre moscas
entre vasos de té reverenciando.
Tú me dices
Una ciudad sucede a otra
un pez se moja en una u otra agua
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Yo que no tengo asco de las vísceras
yo que no juego sucio, abro su cuerpo.
Leo en su hígado hojas de té al fondo de los vasos.
Esas hojas dibujan un caballo destinado a pisar su propio estiércol
a oler en las paredes sus bufidos.
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Viene el caballo y dice
Un pájaro canta en el muro del oriente.
El sol llega y se monta.
Un pájaro canta en el muro del poniente.
Vuelve la frialdad.
Un pájaro canta en el muro del oriente.
El sol me monta.
Oigo cantar desde el muro contrario
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Tú no conoces este ceño enemigo.
A ti la luz de agosto no hace más que mimarte.
Yo nací en agosto no me siento tan dueño.
Hay que apartar las hojas,
me dices
Esperar.
Enlaces y traiciones
bautizos
y las mismas esperas
las esperas de siempre
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Hemos hecho un oficio de beber agua parda
de dorarnos
de pasar entre cuerpos
de dar con la cuchara en los costados.
Los pájaros que anunciarían tu ida
vuelan ahora frente al mar
hacen sus círculos
su fiesta aún sobre nosotros
como otros pájaros que vi dorándose en la tarde.
Otros pájaros un domingo
con la misma certeza de que nos dicen algo.
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AUTORRETRATO CON MONOS
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¿Cuál alzará la risa cuando deje este azoro?
Cuando me siento frente a ti
¿qué niño tuyo va a reírse de mi rostro
qué niño tuyo no va a creerme?
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¿Quién me señalará cuando no desmigaje pan
y fulja el vaso de pinceles?
¿Qué terraza cegada por palomas
espera que me dé como los desollados?
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El cielo está al revés en el menisco de tu vaso.
Los inquietos cruzan arañando las hojas
tienden la mano
pero no soy agradable para ellos
de otra manada definitivamente
esperando como nosotros
hurgando.
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CETÁCEOS EN EL AGUA APENAS
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Cetáceos en el agua apenas
cuerpos al amanecer
ya lo tendido por la noche se desune.
Suenan pasos a trasiego de agua
ráfaga del animal dormido.
Alguien
junto a los árboles crecientes bajo el polvo
tibia para el alcohol
es quien mezcla la leche con los dedos.
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Es hora de que acabe.
Su oficio es largo y bebido a sorbos
como el agua que llama.
Ahora que el viento forma redondeces
la mano tiene rodajas de pan
ahogándolas gozosa en su hueco.
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Es hora.
Desatada es la luz.
Peces que nunca conocimos vuelven.
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NAUFRAGIOS
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............I
Lo primero en morir son los anillos,
en algunas brazadas perdí el mío
de hierro con el que halaban a un buey en la tierra.
Ya no me queda seña de ningún matrimonio.
No tengo encima nada tejido por mi madre.
Como si no hubiese nacido de mujer,
no hubiese amado a alguna,
obedecer el agua es olvidarlas por una más antigua.
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............II
Todas mis cartas la ha acabado el agua.
No me dejan poner más que los nombres
no he podido escribir el amor que me siento.
Cada hoja pesa más
escribirla me deja más cansancio.
Los nombres justos apenas los he dicho,
no he entendido la vida;
si alguna virginidad me queda es ésa.
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............III
El lado zurdo de la noche se vuelve el lado zurdo
en los espejos. Sus tatuajes se hacen inteligibles.
Bermuda es de las algas y no del Commonwealth,
los mapas se equivocan, se equivocan los libros.
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............IV
Yo no he querido mirarme en los espejos
y saber que una mano escribe en la ciudad aquélla
una carta inconclusa donde apenas me nombra.
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Hay en la tierra una ciudad cercada por los pinos
una batalla bajo el sol entre pinos y casas.
Hay diez cuerpos entrando en una playa
y la ferocidad de sus muslos es otra guerra más.
Mis pulmones son odres que bate la corriente
mientras los pinos avanzan sobre la ciudad,
avanzan los cuerpos por el agua.
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CEBADO PARA CONSAGRACIONES
a Rogelio Saunders
........Por la sed con que buscan el hígado espejeante, la humana curiosidad en que aguardan los peces, a mí también me llaman donde no caer más que sangre bajo la comidilla de los moscas.
........Los que amo, dentro del repletar en que un sonido monta al otro fecundándolo, ¿oirán como yo, peces atentos?
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ANTES DE RELEER LA ILÍADA
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Está lloviendo en troya hasta lavar la tierra,
hasta los dientes amarillos de desgarrar
contra los que la lluvia nada puede,
hasta los huesos que dejaron de doler hace ya tiempo.
Lloviendo sobre cuerpos ovillados,
sobre el fuego y el ponto,
sobre el círculo de perros que persiguen sus colas.
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Dientes, huesos, cenizas, sal antigua:
yo busco un signo que aclare aquella historia.
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NOSTOS
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Al explicarnos nuestra discordia con la realidad volvemos a la infancia, no habremos regresado de todos los destierros. Cada promesa de volver que hicimos ha ido cerrando puertas, derrumbando algún muro, apagando una esquina. Como nos habituamos, hasta encontrando en ello cierta belleza, a los sucesos del día y de la noche; como al final nos reconciliaremos con tanta cosa traicionada, nuestra infancia está abierta todavía.
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COLINA DE SAN MATIAS, CAMINO DE MATANZAS
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No es la pareja de amante lo primero que llama la atención, es la
........./colina al fondo. Surge como una isla, como una gente sola
........./entre la gente.
Encima crece un árbol y se derrumba un muro y está el cielo.
........./¿Acaso no tiene misterio el acercarse de esas dos figuras
........./sin saber descansar una cabeza en otra?
Son los insomnes, ellos no encuentran calma. Un mismo hálito
........./amargo los abraza, una misma raíz habrá que los enrosque.
Conozco la colina: he estado a punto de subir y descubrirla camino
........./de un repetido viaje.
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CIUDADES
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Era en una ciudad desconocida, a la espera del invierno
........./–también el invierno es impredecible-, en la ciudad de
........./invierno y sentí temor.
No era la lejanía lo que entonces lloraba, ni el gesto irrecordado
........./con que en mi casa salvan el pan matándonos la miga; eran
........./los hábitos, ese acodarme.
Esperaba algún centro, atravesaba calles. ¿Qué hacemos con los
........./labios –me decía- sino mentir esta vieja canción: dónde
........./está el centro / la semilla que pueda levantar con mis manos?
Pasó la gente; el camino a la belleza de sus rostros era tan largo y
........./yo tan lento para recorrerlo...
Había escrito que una ciudad sucede a otra; encontré entonces
........./demasiadas para mi memoria.
Era en una ciudad desconocida, a la espera del invierno. Temí
........./gastarme en pueblos que no amaba, despertados al pasar
........./por los trenes.
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EN EL ANTIGUO BARRIO DE LAS PUTAS
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Deben estar secando sus cabellos al sol
las putas de antes que continúen vivas.
Alrededor del cuello una toalla húmeda,
algunos pétalos en el cubo de agua,
sus cabezas de reina vencida mirando un gorrión.
El gorrión busca semillas de arroz regadas en el suelo.
Qué capricho de pájaro no tendrá la memoria
que salva un grano y una noche y un hombre
de tantos hombres y noches como fueron.
Con amarillas uñas de ave las mujeres
abren mechones para que el sol llegue hasta el cráneo.
Las putas de antes qué tristeza cómo preparan a esta hora
su arroz, su huevo frito, su plátano maduro en la manteca.
En el antiguo barrio de las putas sobrecoge el cansancio.
Lo que procuran despertar tantos libros, tantos retratos de familia,
algo nombrable con espesor, hondura, y que la vida humana tiene,
se encuentra aquí.
Cansancio de ver fotos de cabezas agrupadas:
celebraciones, ritos, condenas, multitudes, vagones atestados.
En el barrio de los gestos repetidos el aire lleva tantas capas
como un pastel de hojaldre.
Las superposiciones, el hacinamiento
de una generación sobre las anteriores,
el humus de los hombres, se siente como un peso.
Puede hablarse como en ningún otro lugar de lo hondo del pasado.
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ASIENTO EN LAS RUINAS
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Madrugadas en vilo de mil novecientos ochenta y ocho donde
........./acalladas mil vísceras remotas tomóme la memoria de
........./lo muerto, memoria de la familia vertical creciente.
¿Adónde iba mi infancia, dónde estaban quienes me habían
........./prometido segunda corona¡ Lo que el deseo no persiga,
........./lo que apenas intenten las palabras.
Madrugadas en que escribí: ¿Es necesario que yo
........./escriba en verso para apartarme del resto
........./de los hombres? (Lautréamont).
Soplaba el viento de los manicomios, ¿dónde estaban quienes
........./me habían prometido segunda corona. Lo que el deseo
........./no persiga, lo que apenas intenten las palabras.
¿Es necesario apartarme de los hombres para escribir en verso?
Madrugadas en vilo de mil novecientos ochenta y ocho con tu
........./cabeza en mis manos. Olía a bosque, nos maldecía un
........./pájaro, era el fin de la tierra.
Cuántos paseos que haríanme más sabio, cuánta luz, árbol,
........./agua, lo que una voz más justa llama vida, ardió
........./entonces para este entendimiento: qué triste entre las
........./manos, como falsa plata que no morderé, la cabeza de
........./quien amaba.
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CONFESIONES DE SAN AGUSTÍN. LIBRO IX, CAPÍTULO X
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Largo rato hemos estado en la ventana:
a la ventana en que clarea el puerto de Ostia.
Nombre de cristiandad y de molusco.
Mi madre y yo asomados.
Hubiese visto quien entrase
dos figuras como de confidentes;
moraba entre nosotros la mansedumbre de la tierra
luego de la tormenta.
Nubes atravesando cielo y una estanque de aguas,
abiertos pájaros hacia otra inmensidad
apurando sus gritos:
hablamos de lo venidero.
Los pájaros que ciegos notarios de la sangre
nos hacen imaginar que somos otros.
Otras vidas viviendo
lejos de la ciudad y de las playas.
Pronunciábamos algo, nos callamos adentro.
Despertamos a la inutilidad de los discursos
donde la palabra suena para ser oída,
principia y acaba.
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LA SILLA EN ESCAPADA
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En la silla dejamos nuestras ropas
y la silla escapó.
La doncella de hilo y el herrero sin cuerpo escapaban.
El techo estalló en nubes,
las paredes se hicieron fugitivos rebaños cardinales:
humo en el norte, nieve del este, ceniza al sur,
negrura hacia el ocaso.
Buscamos nuestras ropas -la doncella, el herrero-
en los bosques metálicos donde los grillos lijan.
Un animal con voz los había visto:
él celebraba su pelo inexistente,
ella en respuesta besaba sus tatuajes.
Volvieron las paredes,
se posó el techo,
regresaba la silla,
nada de los amantes.
Fueron tela huidiza que el río se lleva,
fueron manga en el aire.
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CANCIÓN
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Pasé un verano entero escuchando ese disco.
Para que la emoción no se le fuera
lo escuchaba una vez cada día.
Si me quedaba hambriento salía a caminar.
A su manera la luz cantaba esa canción,
la cantó el mar, la dijo
un pájaro.
Lo pensé en un momento:
todo me está pasando para que me enamore.
Luego se fue el verano.
El pájaro
más seco que la rama
no volvió a abrir el pico.
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