sábado, 10 de diciembre de 2011

DELFÍN PRATS: (Holguín, 1945)

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Poeta, traductor y narrador. Nació en Holguín, en 1945. Estudió Filología y Lengua Rusa en la Universidad Lomonosov de Moscú, en la desaparecida Unión Soviética. En 1968 su poemario Lenguaje de mudos ganó el premio David de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), sin embargo, la obra fue censurada. Su obra poética se mantuvo inédita durante toda la década de los setenta, al igual que toda su obra narrativa, la cual aún hoy no ha sido impresa. Prats volvió a publicar en Cuba en 1987 cuando apareció Para festejar el ascenso de Ícaro, que ganó el Premio Nacional de la Crítica. Reside en Cuba.
Ha publicado cinco libros de poesía: Lenguaje de Mudos (1968), Para festejar el ascenso de Ícaro (1987), Abrirse las constelaciones (1994), Lírica amatoria (2001) y El esplendor y el caos (2002)


HUMANIDAD

hay un lugar llamado humanidad
un bosque húmedo después de la tormenta
donde abandona el sol los ruidosos colores del combate
una fuente un arroyo una mañana abierta desde el pueblo
que va al campo montada en un borrico
hay un amor distinto un rastro que nos mira de cerca
pregunta por la época nueva de la siembra
inventa una estación distinta para el canto
una necesidad de hacer todas las cosas nuevamente
hasta las más sencillas
lavarse en las mañanas mecer al niño cuando llora
o clavetear la caja del abuelo
sonreír cuando alguien nos pregunta
el porqué de la pobreza del verano y sin hablar
marchar al bosque por leña para avivar el fuego
hay un lugar sereno un recobrado y dulce lugar
llamado humanidad


AGUAS

no la alegría propiamente
sino el placer de contemplar las aguas que circulan
que libres se derraman y fluyen
mucho más valiosas que esa edad y esa belleza
que constituyen
tu único tesoro
incalculablemente más valiosas
cifra
moneda
energía
divisa
sombra
oscuridad
las aguas escapando hacia Leonero
escapando hacia el mar
aireada y cristalina como tu belleza
el agua
cae
y correa lo largo de las calles
de la ciudad donde anduvimos juntos
y donde todavía a menudo creo verte
como una sombra transcurrir bajo los portales

una estación en que las aguas fluían
fluían a mi alrededor desesperantes
(como en el diluvio)
la sequía crepitaba al norte
y tu edad hubiera podido hacer reventar manantiales
(pura tontería)
los soldados estaban al borde del canal
o dentro del canal
las piernas y las caderas y el pubis en el agua
y pescaban
con una pita sola (sin varas)
prodigioso para los extranjeros repetir el milagro
pero las aguas corrían más veloces esta vez
corrían hacia el mar arrastrando el anzuelo
corrían hacia Leonero entre espigas y los huevos de las yaguasas
y las altas garzas blancas y el sol sobre nuestras cabezas
(cinco o seis hombres al fin ociosos casi al atardecer)

los soldados entran al Bretones llegan junto a la caja
piden maltas croquetas extienden el billete
y reciben el vuelto una décima una centésima parte
de aquellas jornadas oro ganado sin usura
despojado de toda sospecha a través de tus ojos
de toda mirada rencorosa
en esos días luminosos una vez al mes podíamos encontrarnos
"iremos en las vacaciones y yo te mostraré los lugares de pesca
las compuertas cerradas y las aguas bajas
las biajacas de a dos libras
las truchas largas como machetes
que solo pican con quimbolo
o una lagartija atada
o algo que baile..."
tu hermosa cabeza contra las espigas
en la época de su maduración
y así más tarde vendrán en nube los patos salvajes
sus huevos recogidos por los pescadores
arrastrados por los drenajes

a través de tus ojos la pavorosa lejanía es la intemperie
cobra el sentido estricto de las cifras
manejadas por un económico eficiente
la lejanía cuadra justa precisa sin erratas derramadas
a través de las granjas y las cambiantes estaciones
qué puede importarme el destino de esta aguas

llegan a parecérsete
como extensiones navegables
lejos
lejos
lejos
el tiempo te llevará lejos
no sólo la distancia sino el lento fluir y deshacerse
de los días como aguas
o mejor como gotas gotas
cayendo en la apretada noche de una ciudad

yo caminé a lo largo de la costa y las casas
de podrida techumbre
entre el mar y la tierra
el viento empujaba fragmentos de maderas despedazadas
y yaguas
manglares adentro
los pescadores habían extendido sobre una vara
y expuesto al sol pescados salados
bebían café en resplandecientes vasijas de lata

caminé largamente entre el mar y la tierra

y allí terminaba el mundo conocido
la propia isla prodigiosa a los efectos de tu edad
allí terminaba la mirada rencorosa
no en virtud del amor propiamente
sino porque olvidaba el destino del agua
y de mi propio cuerpo
desasido del valor real de las cosas


ROCK DEL FLAUTISTA

surges
del mar y la mañana música
dueña del paisaje en él te extiendes
me llevas más allá
de una vida atada con trabajo a los oficios
ciudades sobre las que el polvo el fuego
apaciblemente se demoran
escancian su llovizna más fina y detenida

en la otra orilla y al cabo de la travesía
nausicáa nos espera

unge los cuerpos y el adiós
es solo el de las naves en la inmensidad

te sigo a través de la niebla y de la gris bahía
no lívido en la luz de un instante
en otra edad quemado en tu lenguaje
la destrucción del espacio postula
sus delicias las negras oquedades
conchas una colina casi
en el cielo de las danzas

aquí pongo mi corazón primavera especial
da vida esa flor recién brotada
rinda aquí una ciudad sus contornos
me transformo tu música abrazador mediodía
de la llanura su cerveza
y la fiesta de sus disfraces

pongo mi corazón sobre la roca más alta

a través de las rendijas abiertas en la palma
un quieto colmenar aguarda los meses rumorosos
de la lluvia
río más delgado a esa sombra sugiere
un universo apenas cobijado por las nubes
o engrandecido por el fuego del fin

a la laguna estigia no a la noche de walpurgis

"si estuve un día en esa ciudadela de que hablas
dejé mi casa y mi calle en el amanecer de los limones
entre los gritos de los que festejaban...
mediodía y miraba detrás de los espejos
-nuevo bosco pintando nuevo jardín de las delicias-
ciudades ya borradas de la faz de una tierra de colmenas
y viñas
el mundo una redonda plenitud
un río un mar como en deseo uniéndose
hijos como nosotros de estirpe
que desconocieron toda regla
pero como nosotros dibujando ávidas los signos
donde ciframos una cólera igual y quizás una esperanza
igual

nuevo banco pintando nuevo jardín de las delicias
pongo mi corazón sobre la roca más alta.

volveré a la noche desde orión volveré

en pleamar cuerpo argentado por los astros
alto reino nieve dulce en los dedos dibuja
espuma festeja suerte de gaviota

tú música desprecio para esas breves
rosas persistes en sótanos sitiados
húmedos donde el pasado aúlla su sentencia

y el mundo una redonda plenitud: cielo
tierra mar salvada vendimia de las formas
desde la superficie de espejos fijos en el tiempo
ligera barca los desplaza si hay un vaivén
de olas y la barca nos lleva
gaviota tomarás sobre la gris bahía

volveré a la noche desde orión volveré

soy
y sobre mí arde el fuego de pequeñas islas
unidas a la eternidad por una brisa de jardines

tu deseo tu sombra
para que no una suerte se alimente
y sí el reino vivo de la luz
la primavera la fiebre del tiempo


ROCK DEL DESEO Y DEL DESCENSO

rock
del deseo y del descenso
del hogar devastado
el viento y la intemperie
suave reconciliación
cósmico
fluyendo del lado de lo real
una música sin frontera entraba
soterrada voz elevando una más copiosa copa
viajamos entre frutas
la gentileza de la muerte vino
interrumpió la calma del huerto
la expansión del perfume y de la madurez
hacia esas
colinas breves que en sueños te rodean

a la vuelta de los años vendrás
sudoroso corcel
a detener junto a este rancho donde
tus gallos de pelea se curtirán al sol

la gentileza de la muerte
después de arrebatar a aquella
sentada mirando crecer sus cabellos
al borde mismo del huerto perfumado veraz floración
dibujada en azul (vivaldi) reencarnado
(desde el bosque fluye) una poceta
trae a la memoria esa edad
cuando los peces fueron
doloroso lamento el de job

quien raptó a la novia antes de la media noche
vuelve a confirmar
la pujanza de su juventud
junto al pozo y los encendidos claveles

plenitud que cada año devuelves primavera
cerezos astros
cercan con el ciego estupor de lo desconocido
el tema de la devastación de la casa
que el viento y la intemperie roen
y tú oh incendiario
para quien el retorno
traza siempre su línea
divisoria entre lo amado
y lo que rechaza

brevemente ebrio de extensiones calmadas
pero siempre bajo el peso de esas noches
y esas ciudades y esas arenas
incesante buscador de la noche dices
la mañana junto al mar el mediodía
este lugar contra el litoral recostado
¿encontrará su origen tierras adentro
mares afuera en la memoria de las aves
que la espuma destrenza entre los riscos?

por maderos hundidos y aguas aceitosas
tu sombra se precipita hacia el oriente
canten los muchachos y las muchachas
en el umbral de géminis
el rock del deseo y del descenso
árbol cósmico
una tardía confirmación
de que a la vuelta de los años
sólo tu sombra
sólo tu sombra


ROCK DE LAS ALTAS SOMBRAS

en un mostrador de hojalata brillante
vieja sibila antípoda de la belleza
ciertas de las ninfas oficias
de vendedora hábil para los muchachos

el mundo es pequeño
y está hecho de una ansiedad abigarrada
y de brillantes pecadores de aguja

los mercaderes de han marchado los traficantes
fueron despedidos con su bolsa negra
llena de cajetillas de cigarros

viajar en barco de vela renegar del vapor
y sustraerse en un ascendente murmullo de holanes
es privilegio de los que nacieron en lo alto
"aguas que insaciables nos cercan leonor mía"

pero nosotros que asistimos al nacimiento de la flor
en una antigua y larga ciudad en ruinas
imperturbables ante esa retórica si bien
impresionados por los ruidos de la naturaleza
de caverna en caverna degenerábamos
en un grito que era repetido por las altas sombras
que narraban
y por murciélagos que más negros y grandes
garabateaban las paredes cubiertas de indescifrables
pictografías
en los alrededores de la antigua mansión crecían
las rosas
frías bajo el sol hinchadas en la noche
perfumando una atmósfera situada a miles de metros
sobre el nivel del mar
el mundo es pequeño pequeñas ciudadelas inmóviles
(cementerios de carros arroyos de negro fondo)
nos veían veloces como sombras
asistir al carnaval intercambiar saludos con soldados
que menudos y ágiles nos recordaban al hermano o a jorge
jorge cantando
mientras futuros oficiales sus amigos
hacían coro y bebían aguardiente con refresco y fumaban
(ascendiendo por todo el litoral que bordea la península)

todo eso lo recordaste a mies de metros sobre el nivel
del mar
pirámides bañadas por la luz
hoteles de una noche sitios
que de algún modo pertenecían a la blanca
arquitectura ascendente de tu sueño
liberados de la mirada insistente del faro
y rostros libidinosos y ásperos ascendían
mientras el extranjero corpulento cortaba loas orquídeas
a punta de cuchillo
ni para ti ni para él tuvieron un dulce
secreto que susurrar los árboles entonces
tendrían que ser los tuyos tu hermano
para el que utilizaste todos los nombres
con el que habías compartido el curso de los astros
las estaciones
algo así como el complejo de cástor y pólux pensabas
-y las rápidas llamas corroboraron esa idea-
cuando lo viste en uniforme
lloraste y lo abrazaste mientras oías decir
"ahora todos serán soldados y está bien"

asediada durante años y años
habíamos persistido como tribu
ave negra de clara signatura pájaro
de la bruja todavía lanzas tus alaridos
sobre este mundo joven que brilla con tesón
sobre las aguas

vieja sibila sea para ti
la música de ese exhausto caramillo
que en el fondo del bosque sannazaro dispone
y para los húmedos traficantes de sal ¡oh viajera!
las persistentes rosas en la mansión de la montaña
a la sombra de los negros horcones de conchas y grabados

"leonor mía desde la altura de estas islas escribiéndote"


ROCK DE LOS CABALLOS

caballos y la certidumbre de encontrar
un limpio abierto en la manigua
en el tapiz de diciembre
(el sol en sagitario la casa del amor
expuesta al viento) dispone
el mar por pared buenas nuevas
en el primer día cercando la espada del querubín
que ordena entrar
"la fuerza es la del ácana y la flor matinal la
del roble"

cómo reina la palma en la espesura de mi pecho
las rosas sangre de atalía dan fe de vida
en esa balada gráciles los ibeyis
-uno en su constelación otro en su finca de obstinados
gnomos-
repiten en lo oscuro esta es la zorra y este el cuervo

cómo se hacen densos opacos los labios
en el rostro que los besos han ido dejando en los íconos
tú corona de piña sálvanos
tú nuevo cuerpo que vienes

mis manos buscan ese claro en el monte
mis pies el equilibrio entre las ramas
cuerpo del viernes yo acumulo sobre ti mi dudosa victoria
qué color te conviene y que música estela de los contrastes
cronos ha incendiado con cuarenta y una velas mi lecho
que con la madrugada
levemente derriba hacia el sol
mi corazón devorado por álgidos caballos

sus cascos bajo los manzanos dilatándose en cnosos
los belfos en las arenas licuadas
dan al alba el blanquizal de la neblina y los gallos
como rubliov
es la sed narrativa de devolver al padre
a un olimpo de bien cultivados cuadriláteros
a la madre a una abundancia de yareyes
las mujeres tejiendo la bahía y la espuma a los pies
virgen negra
y a los hermanos devolverlos a la inocente cerveza
como a egipcios
y al corrido mejicano y a la lidia de gallos isadora
que sólo para nosotros ahora desafía
la fina lluvia en los altos vestíbulos del viento

la gallera es circular y el universo
el alba más blanca elaborando los lirios en cnosos
extendiéndolos mar para que tu los lamas
senos en las güiras en los altos vestíbulos del viento
para que tú los lamas mar
y para los vencedores la recompensa de las frutas
las alegorías que ávidamente escogen su narrador
("esa sed narrativa")
la mudada de las hojas (no el otoño de fuego)
tigris arriba los argonautas cantan
el anón presta sus ojos al ave consagrada a juno y cnosos
se extiende
canción adentro vagando palmerales
pueblos que un día no consolaron patria con jitanjáforas
y güiras
qué desnudo mi corazón cuando amanece
y tiendo el velero
de mis brazos un poco
más allá
no puede contra la redondez del mundo
exhalas limonero tu olor a huerto del edén
mi cuerpo hecho añicos contra los arrecifes en el remolino
pero como los caballos que mi padre guardaba
me recupero en el limpio bosque centauro y flecha
a buen recaudo contra los salteadores
siente el calor del bosque nutricio y desde el río
la canción de los que vienen del día de mañana