lunes, 12 de diciembre de 2011

OMAR PÉREZ LÓPEZ: (La Habana, 1964)

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Poeta, ensayista, traductor y crítico de arte. Licenciado en Lengua Inglesa por la Universidad de La Habana. Ha realizado estudios de la lengua italiana y holandesa.
Ha publicado tres libros de poesía: Algo de lo sagrado (1996), Oíste hablar del gato de pelea (1999), Canciones y Letanías (2002), y la colección de ensayos La perseverancia de un hombre oscuro (2000). La editorial Norma ha publicado su versión Como les guste del clásico shakesperiano As You Like it. Ha participado en el festival Poetry International de Rotterdam de 2002, así como en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
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POR EL OCÉANO
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En altamar la mendicidad no existe,
no hay bastardos en una zona como esta
donde el firmamento llega de trasmano;
las historias son metálicas y sin elocuencia,
en cambio en tierra
siempre aflora la brillante amenaza del subsuelo;
en cambio en tierra
después de unos preliminares moteados de leche
y otros preliminares donde lo hacen cimbrar
con relatos de cobardes golpeados con toalleros
sale el hombre a fundirse con su imagen de oveja barcina
y agota con el oficio de sopesarla vida de una o dos colonias de peces.
En altamar la mendicidad no existe
pero en tierra sólo por error se llega a descubrir
que el sitio de los maestros es demasiado áspero.
Y ellos, los maestros,
retirados por la cirrosis y la ubicuidad,
se sumergen seguros de que en algún punto del océano
volverán a salir hinchados y todavía reconocibles.
En esos días perfectos que nadie envidiaría
se escribe la superioridad del hombre sobre la medusa;
nuestra cobardía tentadora como el bucle de un niño
es sin embargo diez dedos más palpable
que esas manchas aerodinámicas de acero y agua que a la larga
el sol hace apestar sin leyenda previa.
Días perfectos para hombres,
niñez carente de religión para los peces o viceversa,
a ambos los separa la única franja de tierra aun no cultivable.
En el océano la mendicidad no existe,
los hombres van a mitigar su miedo en el abrevadero de los pinos.
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SANGRE DE ALUMNOS
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Todos necesitamos de un padre,
aunque sea uno macilento;
en el momento en que la fusilería
pasa a ser la estrella de una función interminable,
el joven pide a su creador una palabra
que lo ayude a no traspasar cegado por el humo
el acre que lo separa del carnicero.
Al niño después de mostrarle el uso de las manos
se le enseña que nada puede serle más dañino
que la cercanía de un maestro preciosista;
somos alumnos que no podemos diferenciar un latido del otro,
sólo conocemos el peso de la distancia pura
que se afianza entre cada una de las pulsaciones.
El progenitor es simplemente
una bendición soplada hasta el seguro del arma,
nada como eso puede conservarnos
el escaso centímetro cuadrado de piel de arcángel en el torso,
todos necesitamos de un padre
aunque su brazo se agote en el cabo de un hacha.
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MULOS Y CABALLEROS.
En el fresco y sombreado recinto de los coros
donde entrar no es propiamente un riesgo,
unos entran haciendo sonar las botas en la madera que no cruje,
calafateada hasta sus últimas consecuencias,
los otros ven como sus cabellos mojados
se erizan y se curvan tratando de llegar al compás;
en el fresco y sombreado recinto de los coros
ser cínico es tan útil como enamorarse,
al sonar el tenue rugido de la liebre mecánica,
y una vez trazado el ábaco en un cuadro de tierra
seca y brillosa y eficiente durante tres generaciones,
partimos dispuestos a una carrera sin sudor ni azagayas
y algo como un vaho de serenidad nos observa y nos quiere
y nosotros respiramos la vida como un ábaco.
En el vértice de las frescas y sombreadas manipulaciones
todos nos miramos nos atendemos,
en busca de un compadrazgo o de un cántaro de agua
pasamos mulos o caballeros, esto no se decide al azar,
pasamos a los dos papeles posibles para el hombre,
pacientes como puede serlo la resina.
El día tratará de girar hacia dos direcciones;
busco que cese el horario de la paciencia nata,
busco que algo me bendiga,
porque el hombre niño es una larva a medias,
un hombre que espera es siempre un hombre de dos caras.
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ES TAN DIFÍCIL ANOCHECER.
En un asta cargada de alambre o de laureles,
en un asta que se inclina sólo en la vejez;
en un barril de peces vivos, pero muy lejos de las rocas,
son rocas que estallaron en la infancia de todo.
En el asta y en las rocas del alma de una loba
que ya odia la nieve porque tupe las huellas del regreso
es difícil anochecer
para uno que conozca el lugar de sus heridas
tanto como el carpintero acierta al sitio de las herramientas.
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VÁMONOS CON LOS INDIOS
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El alma, una traílla que se nutre de césped
marcha hacia las tierras altas que nos avergüenzan
allá donde el venablo dice hola.
De cierto modo nada estará asegurado
excepto la probabilidad de las ñañaras
y la probabilidad de gacelas de segunda
afortunadamente sencillas
y la probabilidad de la calaña de los versos entrecortados
en los que no se distingue el heno del aullido del labrador.
Y todo esto se desperdicia en máximas de pino
en epístolas que aciertan a sangrar las encías
en el día sí y el día no
en el muslo que sí y en el muslo que no
en el asesino en sí manos de carpintero pero bajo la nuca.
Uno se precia de deliberar el dolor o el hastío
con todas las líneas en las manos de dramaturgia
pero los indios esperan junto a la propela de un árbol.
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LA PALOMA Y EL LEÓN EN EL PASILLO A CONSULTA
.Camilo se posesiona del pasillo a consulta
en la foto demasiado vieja para mí
y demasiado nueva para él que puede soportar más
aún en este tipo de lugar.
Camilo se ríe solo en el pasillo a consulta
y el que se ríe solo
se acuerda de una época más clara y más simple
el que se ríe solo
deposita su corazón inteligible
en un lavamanos como crédito.
Camilo se ríe solo
corre que cuando Camilo se ríe solo
está claro que para mí hay una salida
yo lo imito
y como si fuera un santo un poco malcriado
y como si fuera un santo un poco renuente
yo me pongo a masticar la ceniza ardiendo de un tiempo más difícil
él me imita.
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LA VICTORIA DE LOS DESOBEDIENTES
.En la multitud
un hombre ha pateado disimuladamente una paloma
muchas veces antes de recogerla.
Hay una sola vida y la cubriremos con las palabras de otros
la patearemos disimuladamente varias veces
antes de decidir que la queremos.
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LA MELODÍA DEL CÓDIGO
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Después del baño
se recuerda preferiblemente a los padres
se recuerdan mejor sus lecciones
y las úlceras que les impidieron reposar.
El número favorito de la madre es la suma de hijos,
el del padrees la cantidad de años que demore en merecer la muerte.
El padre le enseñó a suspirar y lo adiestró
en el variado uso de las manos,
la madre le enseñó a no embriagarse nunca fuera del recinto.
Así, la ternura del guerrero,
la ferocidad a manera de bruma
estropea las pupilas del hijo pródigo.
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ESTE CIUDADANO NO INVENTÓ LA DEMAGOGIA
.Olvidado por todos menos por su gorra
este negro va a ejercer presión sobre los arcángeles;
él restriega su bigote de tomar contra el viento
no tan lejos del piso manchado de cerveza.
Esto es la felicidad esto no es la felicidad
él no va a discutir nada con nosotros
los sobrevoladores de cualquier sutileza
sólo nos entrega algo,
cuidado, es una papa muy caliente.
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ES EL MOMENTO DE CENAR Y NO OTRA COSA
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Es el momento de cenar y ninguna otra cosa
debería distraernos de la disciplina
sagrada, por demás, de comer mano a mano;
es el instante de la supervivencia y aunque ceno desnudo
añoro un viejo mantel de bordados rojizos.
Para conciliar urbanidad e instinto este,
y no otro, es el momento
haciendo uso de una sangre fría acumulada
durante alegres temporadas de procacidad.
Es el momento en que resucitamos, que no se escuchen
ni aforismos, ni quejas, ni ruidos de cucharas.
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